Fuego en el cuerpo
DOLORES DE COSPEDAL / MATTY WALKER
Hay una escena en Fuego en el cuerpo en la que Matty
Walker, la mujer fatal, contempla junto a su amante como arde un
edificio del centro de la ciudad en una noche de insoportable calor.
Esta mujer me recuerda mucho a Dolores de Cospedal, que mira el incendio de su partido con la misma expresión de sorpresa y fascinación.
Nunca se sabe en el inolvidable film de Lawrence Kasdan cuando Matty Walker, encarnada por Kathleen Turner, dice la verdad o miente con absoluto descaro. Pero lo que queda claro desde que conoce al joven abogado (William Hurt) es que ningún obstáculo se va a interponer en su ambición.
Matty Walker es una mujer fuerte en un mundo de hombres débiles, cegados por el sexo o el dinero. Pero ella sabe perfectamente lo que quiere: desembarazarse de su rico marido para heredar su fortuna.
Dolores de Cospedal es también una mujer fuerte en un partido de hombres débiles, atrapados por la corrupción y la fidelidad a su jefe. Ella ha sido la única capaz de tirar de la manta y, por ello, no la van a perdonar. Eso no lo veremos hasta el final de la película que se rueda en Génova.
Nos queda también la duda de si mintió o dijo la verdad en su última rueda de prensa. Pero vestida con un traje rojo y con una esplendorosa sonrisa, estuvo magnífica. Ella es la única que tiene el carácter suficiente para llevar pantalones en el PP.
Cuando todos los dirigentes huyen de los medios como de la peste, Cospedal no duda en dar la cara para refutar las acusaciones de un Bárcenas que la ha puesto en su punto de mira.
En Fuego en el cuerpo, Matty se libra de pagar por el crimen que ella ha planeado y acaba tomándose un daiquiri en las playas del Caribe. No sé si Cospedal tendrá la misma suerte. Puede que también alguien page por sus pecados si es que los ha cometido.
Pero la realidad no imita al arte y, por ello, Dolores de Cospedal tiene todas las papeletas para acabar mal. Eso engrandece el personaje atormentado que tan bien representa y que parece sacado de una película del mejor cine negro de los años 50.
Cospedal, como Kathleen Turner en la película, tiene ese punto de morbo y transgresión que puede volver locos a algunos hombres en el calor de la noche. Ni responde al modelo femenino que impera en el PP ni a la estética rajoyesca de la aurea mediocritas. Por eso, la odian tanto en su partido como en la oposición.
Rubalcaba tiene a Elena Valenciano, su Elvira Madigan, pero Rajoy no tiene a Cospedal porque no se puede domesticar a quien lleva el fuego en el cuerpo.
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