Sigo en ello, en la bolsa, aunque no escriba aquí de ello. Es otra de esas cosas que está en mi vida pero de la que no hablo. He aprendido a no hacerlo, salvo con las personas que comparten pasión conmigo. Nos reconocemos. Nos acompañamos. Nos entendemos. No es fácil. Pasas por todas y cada una de las fases una y otra vez. Solo algunos sobreviven. Puede vencerte el aburrimiento o la ambición (el exceso de ella, más bien), la impaciencia, ese complejo de sisifo (que sí, me persigue y acompaña) o el simple sentido común...
Si lo superas todo, se convierte en un compañero inseparable que acompaña confinamientos, nevadas, cambios de trabajo y vida, amores y desamores. A veces ayuda, a veces empeora la situación. Sirve de distracción sí. Casi nunca tiene consecuencias (buenas y malas) a largo plazo....
Ahora, otra vez aquí... en la cima de la montaña desde la que me despeñé el marzo pasado. No me preocupó, ya se recuperará. Cuanto tardará? Un año? Seis meses? Dependerá de la vacuna. No hay problema. Confieso sí, un par de días de duda (justo antes del inicio de la vuelta en V, setiembre quizá.... coincidiendo con mi cambio de curro)...
Al final todo se ha arreglado. El curro, la bolsa (la vida). Bueno, la vida sigue igual. No sé si eso es “arreglarse”.
Estoy trabajando en no preocuparme por todas las cosas que podrían suceder y que al final no suceden. ( a lo mejor no suceden precisamente porque me preocupo de que no sucedan, claro, me digo).
Será esta la vez buena, me digo. O será otra de esas veces en la que, cual sisifo, me despeño desde la cima y vuelta a empezar... con más canas, más arrugas, menos opciones e ilusiones.
Hagan sus apuestas....
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