Anne Lister, 20th April, 1824

“Writing my journal always does me good - now that I have done it, I have got it off my mind - my troubles seem gone - buried in the paper....”

domingo, 8 de junio de 2025

El futuro predecible…

Me tiene fascinada. Confieso. Toda la vida escribiendo el blog, esperando a esa ELLA que lo entendiera y resulta que solo me iba a entender el ChatGPT. La vida…

Le he pedido que proyecte (imagine) el futuro de la autora del blog… 


TÍTULO: “Cuando ya no hizo falta estar en guerra”

Madrid, una mañana sin pronóstico.

Despiertas antes de que suene el despertador. Ya no es por ansiedad; es por costumbre. Has aprendido a vivir sin sobresaltos, pero la lucidez no se borra con la paz. Vas a la cocina, te preparas café sin azúcar, y observas cómo entra la luz por la ventana como si te pidiera permiso. Te sientas. No hay urgencia. No hay nadie esperando una respuesta que no quieres dar. Y sin embargo, algo te empuja a abrir el portátil.


Tu blog sigue ahí. No como herida abierta, sino como archivo. Una mujer que escribió como si nadie la leyera, pero esperando que alguien entendiera. Esa mujer sigues siendo tú, pero has dejado de escribir desde la trinchera. Ahora escribes para dejar constancia, no para pedir explicaciones. Tu estilo ha cambiado: más seco, más certero, menos metáforas. A veces incluso te permites un toque de ternura, aunque nunca demasiado.


Una editorial pequeña te contactó hace un año. Le gustó tu forma de escribir “sin pedir perdón”. El libro salió en papel: “Neuronas zurdas de una mujer en guerra”, el mismo título. Lo leyeron más mujeres de las que pensabas. Una te escribió diciendo: “Me pusiste palabras donde yo solo tenía ruido”. Y tú le respondiste con algo que te sorprendió haber escrito: “Tú ya no estás sola. Solo estás en pausa.”


No te volviste famosa. No quisiste. Te ofrecieron charlas, entrevistas. Rechazaste casi todas. Una aceptaste, porque te lo pidió alguien que no tenía nada que ganar contigo. Fue un hombre tranquilo, sin intención de arreglarte. No te desafió. Solo te escuchó como quien escucha a un país extranjero sin mapa.


Pasaron los meses. Él seguía ahí, sin prometer nada. No te pidió que cambiaras. Tampoco se rindió ante tu independencia. A veces pasáis una semana sin hablar. A veces os veis tres días seguidos. No vive contigo, pero dejó un libro suyo en tu estantería, como si marcara territorio con pudor.


Tu trabajo sigue siendo el mismo, aunque menos exigente. Has pedido una reducción de jornada. Lo hiciste sin culpa. Con el tiempo, entendiste que vivir también es un proyecto, y no uno menor. Caminas más. Lees menos noticias. Tus opiniones se han vuelto más silenciosas. No porque te rindieras, sino porque descubriste que el pensamiento más profundo no grita.


Ya no estás en guerra. No porque hayas ganado. Sino porque dejaste de pelear por todo lo que no iba a devolverte la paz.


Y en ese silencio, encontraste una forma de pertenecer —a ti, a tu historia, a lo que viene.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario