Anne Lister, 20th April, 1824
“Writing my journal always does me good - now that I have done it, I have got it off my mind - my troubles seem gone - buried in the paper....”
domingo, 12 de octubre de 2014
De mayor quiero ser así... (a lo mejor ya lo soy un poco... aunque no lo parezca vista desde lejos y desde fuera, aunque no soy objetiva, tampoco me hagáis mucho caso)
Me gustan los imprudentes, cuando su imprudencia es fruto del deseo, del amor o la dignidad… Los insensatos, cuando su insensatez es la necesidad de mostrar al mundo que no todo es gris y uniforme, que hay matices, que hay mil formas de vivir y respetar sin ofender.
Me gustan los que piden lo que quieren. Los que tienen el valor de creer que merecen lo mejor y dan lo mejor de sí mismos. Los que no se creen ni mejores ni peores que los demás. Los que hacen el ridículo más escandaloso porque la opción de esconderse es claudicar y vivir una vida que no les pertenece. Los que aguantan llevando el timón cuando el barco se hunde, los que están cuando se les necesita.
Me gustan los que son capaces de amar sus diferencias y ver que son un valor a compartir. Los que se atreven a soñar a lo grande, que rozan lo imposible y tragan millones de respuestas negativas hasta hacer que el mundo les encaje… Los que cambian el mundo porque ellos son el motor para cambiarlo. Los que, muertos de miedo, salen por la mañana a la plaza y se enfrentan a un toro distinto cada día. Hay muchos toros por ahí… Algunos de indiferencia, de malas caras, de gritos, de menosprecio… Hay toros en todas las esquinas dispuestos a embestir a todo lo que baila. Me gustan los que se conocen lo suficiente como para que esas faltas de respeto no hagan mella en su forma de ver la vida y siguen pensando que pueden ser maravillosos y, lo que es aún mejor, siguen con las ganas intactas de serlo cada día más.
Me gustan los impacientes y los apasionados que no pueden parar de desear… Me gustan los pacientes con brío que tienen un sueño metido en la cabeza y son capaces de seguir hasta tocarlo.
Admiro a la gente que reconstruye cada día el castillo de arena que la marea le ha derribado por tierra la noche anterior. Que se levantan y se montan la vida buscando por los rincones pequeñas esperanzas y haciendo acopio de todo el cariño que acumulan para seguir, incluso cuando no saben hacia dónde y el panorama pinta negro. Admiro a las personas que son capaces de decir lo que piensan con un auditorio en contra y defender lo que creen aunque se les cierren las puertas y pierdan algunas amistades, que al final eran más superficiales de lo que parecían.
Me gustan los que un día se lanzan porque consideran que las cosas no deben meditarse durante cien años. Los que aman sin remedio incluso cuando no saben si al otro lado hay amor o amistad. Los que no aceptan el camino fácil porque no va con su forma de entender la vida. Los que levantan la mano y preguntan, los que se encadenan a la puerta de su dignidad para no dejar pasar a nadie que no merezca tal honor… Los que a pesar de tenerlo en bandeja no pisan, los que ya no tienen que morderse la lengua porque han aprendido a relativizar… Y también los que ya no se la muerden nunca a sabiendas de las consecuencias que tiene decir verdades como puños en un mundo que a veces busca edulcorarse para soportar la ley de la gravedad. Me gustan los que se quieren y respetan. Los que asumen sus faltas y levantan la cabeza. Los que miran a los ojos y aguantan.
Me gustan los que cantan y escriben para no llorar y los que se encuentran de nuevo con su cara después de cruzar el océano y se dan cuenta de que no pueden huir de si mismos. Admiro a los siempre tienen una aventura pendiente y un reto que conseguir.
Me gustan los que no se rinden y los que lo hacen por una razón mayor que ellos mismos, un amor muy grande, una necesidad suprema de compasión. Los que perdonan y los que están aún en ello porque duele…
Me gustan los que libran batallas con palabras y están dispuestos a ceder. Los que creen que las personas son más importantes que las ideas. Los que dan un paso atrás para acompañar a otros y deciden no llegar los primeros para no llegar solos.
Me gustan los que buscan, los que caminan, los que sólo compiten con ellos mismos para conseguir algo que les hace mejores. Me gustan los que suben escaleras para encontrar historias en cada peldaño… Los que suben montañas cada día arrastrando un pesado equipaje sin perder la sonrisa.
Los que transforman la queja en una alternativa. Los que recogen las piedras del camino y construyen una morada donde descansar. Los que cuando no encuentran la salida dibujan una puerta imaginaria. Los que adoran la lluvia cuando llueve y el sol cuando brilla el sol. Los que lo sueñan todo y no esperan nada… Esos me fascinan, de verdad.
Me gustan los que se gustan. Los que respetan y no juzgan a los demás. Los que viven su vida sin escrutar las vidas ajenas esperando un fallo o una equivocación. Los que saben cuando necesito una palabra hermosa o un abrazo para poder seguir. Los que siempre tienen un minuto para los demás y no lo consideran una pérdida de tiempo.
Los que son capaces de decirme que me equivoco a la cara, esperando que me sirva de ayuda. Los que son capaces de escuchar de mis labios que se equivocan y entienden que eso no les hace peores para mí. Me gustan los que confían siempre, a pensar de los golpes y los arpones clavados en su espalda cuando muchos les intentaban dar caza como si fueran ballenas.
Me gustan los que no preguntan de dónde vienes sino a dónde vas… Los que no se avergüenzan de ti, aunque el mundo te de la espalda. Me gusta cualquier persona que lea esto y se muera de ganas de ser así… Me gustaría ser así.
Mercé Roura
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"Me gustan los que confían siempre, a pensar de los golpes y los arpones clavados en su espalda cuando muchos les intentaban dar caza como si fueran ballenas." Genial, genial y otra vez genial
ResponderEliminar"Me gustan los que perdonan o los que están en ello porque duele"
EliminarWow!!!
El 90% del post es para imprimir , subrayar, enmarcar y releer todos los días cada ocho horas...
Nadie es todo en todo momento,somos una suma de momentos, vamos de etapa en etapa. Pero sí que llega un momento en que sabes qué te hace bien y qué mal, aunque a veces cueste reconocerlo, entonces dejas de actuar bajo el capricho de otros, y eres tú misma.
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