El martes vimos a una chica pasar corriendo (y llorando) al cuarto de baño. No pudimos/supimos ver quién era. Solo la escuchamos. Supimos quien corría detrás de ella… para consolarla.
Nadie comentó nada.
No son cosas que suelan pasar en mi trabajo. Aquí todo da igual, en realidad.
Pero sí, cuando pasa algo fuera de lo normal, todo el mundo mira a otro lado…y hace como que no ha pasado (forma parte de la cultura ancestral de esta nuestra empresa). no se comentó más… no supimos que había pasado.
Hoy, mi jovenzuela me pregunta si ya se algo de la plaza. Descartada. Le digo. Me quedo un rato hablando en el despacho. Digo que seguro que es lo mejor y a lo mejor me iba a complicar sin necesidad.
Una de las chicas del despacho me dice que la que lloraba el otro día (el martes) era una de las que me entrevistó… La que hubiera sido mi jefa.
(Eso tb es muy de mi empresa. Cuando pasa el tiempo todo el mundo sabe que, como, cuando y por qué ha pasado aquello de hace semanas que nadie vio)
Me sorprende. Compartí despacho con ella. Es el colmo de la templanza. Sus padres son psicólogos/psiquiatraa , su hermana tb. El colmo de la inteligencia emocional era la etiqueta que yo le había dado. La última persona de este edificio por la que yo hubiera apostado como “la tía que tuvo que correr al baño en medio de un mar de lágrimas”
Fue por el resultado de un proyecto…que lleva. A saber qué le dijeron…(supongo que debió ser su jefe, ese que tb estaba en la entrevista)
Los dioses escriben recto con renglones torcidos.
Mi jovenzuela (y los de su despacho) me han arropado todo el día. Qué majos! No es lo habitual aquí.
Al final salió todo bien… (aunque chatGPT no acertó, no)
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