miércoles, 15 de abril de 2020

Cabal...

Me dice alguien al otro lado del whatsapp...
Eres la persona más cabal que conozco, me transmites calma...
Me río. Le advierto. Voy a enviar esta conversación a todos mis contactos...
Cabal? Yo?
Sí, me das tranquilidad...
Veo asomar a mi Yo-pagafantas a la vuelta de la esquina...
Lo pienso.
Qué vida esta!
Una y otra vez.
Sea cual sea el contexto.
Por un Segundo... pienso en presentar reclamación. En recordarle aquella conversación que tuvimos en la que ya le advertí de esta mi tara.
Pienso en lamentarme cuál calimero de mi maldita suerte...
Calma? Tranquilidad? Cabal?
Todo eso que viene bien, que busca la gente en las épocas malas y que rechaza en las buenas.
Si el barco se hunde me buscarás...
Lo fuegos artificiales no serán para mi...

Me callo... total para que... las otras veces lo compartí (con otras) y fue igual... no hay forma de evitarlo incluso con la advertencia inicial...

Me aburro de mi misma pensando todo eso...

Subida a la rueda cuál ratoncillo...

Lo importante , ahora mismo, es que llevo La Paz en mi...

Que paradoja, no?

Con este blog...

Pues sí...

Es mi karma. Mi maldito karma. Ese con el que me tropiezo. Ese que me pone la zancadilla una y otra vez. Ese que reconozco. Ese que me hace ... parar y pensar si merece la pena... iniciar ningún tipo de relación...

Quizá debería aceptarlo...

Reconocerme en ese papel...

Al final, los pagafantas encuentran a alguien que los valora y blablablabla...

Eso ocurre. Supongo. Cuando lo aceptas...

Pero no.

No sé. No me da la gana.

De momento no.

Es un error...

Lo sé...

Soy súper cabal (recordemos) ...

Siempre elijo mal. Forma parte de mi encanto.

Me lo puedo permitir...

Total...

Al final siempre... la calma.

La casilla de salida...

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